Lamentable

Ayer fui testigo de una situación lamentable y vergonzosa; la más vergonzosa desde que soy profesor. Pasé vergüenza ajena.

Aún nos faltaba la evaluación de los segundos de la ESO y de los bachilleratos. Yo llegué sobre las seis para la evaluación de mi grupo pero, como suele ocurrir, llevaba retraso. Allí estaban la delegada y subdelegada para decir algunas palabras. En eso que veo que cierto profesor está demasiado activo y haciendo tamborilear los dedos en una mesa de Tecnología que está en el pasillo, canta en voz alta.

Entramos y tengo la impresión de que hay pocos profesores (eso puede deberse a que en la ESO a cada alumno le toca un profesor, si hiciéramos el reparto). El susodicho profesor se pone a pontificar y a reirse y a hacer comentarios que no parecen venir a cuento. La evaluación no empieza porque comenta todas y cada una de las frases de las alumnas.

Las alumnas se van y, como no hay nadie del equipo directivo, él se sienta en un lugar central y se pone a imitar a la directora mientras todos tratamos de que la evaluación sea algo más ágil y no se retrase más. El grupo es muy malo y los malditos hablan sin parar en todas las clases. Y, claro, así han salido las notas.

Se comentan aspectos de ciertos alumnos y el profesor va haciendo comentarios fuera de tono o que no vienen a cuento, como que sabe tocar la guitarra, que hay que revisarle la regla a una alumna o lo que más me impresionó: que de una alumna de 9, que esta vez ha suspendido una, dijo: me gusta, hasta físicamente.

Lamentable.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

sin aliento.

amelche dijo...

A ver si había bebido demasiada mistela... En nuestras evaluaciones corrió mucho la mistela, pero no se dijeron tantas burradas.

Garin P. dijo...

No había mistela pero ayer me enteré que se había pasado un buen rato en un bar cercano dándole al gin tonic.

amelche dijo...

Era de esperar.

Yolanda dijo...

Los que tanto defendemos la figura del profesor como portador de valores cada vez más olvidados y como representante de una clase de personas con sólidos principios y grandes cualidades nos sonrojamos ante personajes así. Los hay, claro que los hay, pero casi nunca les ponemos en su sitio cuando ridiculizan, hieren o maltratan a sus alumnos. No nos atrevemos, no sé por qué. Una pena.
Un saludo.

Ana Pino-Blanco dijo...

Hola. ¡Feliz Año!
Me paso por aquí para dejarte un enlace de un artículo curioso que leí:

Como enseñar matemáticas con un cañón

Garin P. dijo...

Es verdad Yolanda, da pena, y pecamos de inmovilismo.

¡Gracias Arilena! Está muy interesante. Ojalá le diera clase a un bachillerato científico para poder hacer estas cosas.

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