Al bajar las escaleras hasta la planta baja paso al lado del hermano del gemelo malo que tuve el año pasado en clase. Estaba sujetándose en dos muletas, hablando con un alumno de mi tutoría. Escucho lo siguiente:
—Me he roto la cadera.
—¿Qué cadera?
—¿No sabes qué es una cadera?
—Es eso de ahí abajo, ¿no?— señala a la altura de la rodilla o el tobillo.
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1 comentarios:
En fin, ¿qué se puede esperar?
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